Descripción:

La parte superior del cuerpo de esta ave es de color dorado y su cara, que vista de frente ofrece una silueta de corazón, es blanca con las partes inferiores también doradas.

Los gritos y llamadas de la lechuza común pueden provocar miedo al humano que los escuche sin conocer su exacta procedencia, ya que consisten en una serie de silbidos y gritos trémulos y lastimeros. Posee un excepcional sentido del oído que le permite localizar a sus presas, mientras la vista es utilizada simplemente como sentido complementario. Una vez capturada, la presa es rápidamente muerta de un certero picatazo en la nuca. Instala su nido en el suelo de los viejos campanarios o en agujeros de paredes de edificios antiguos. Los lugares que frecuenta están tapizados por egagrópilas de color negro. Con cierta frecuencia se la puede observar cazando insectos voladores que acuden a la luz de una farola.

Alimentación:

Su dieta básica la componen pequeños roedores, como ratones, topillos y ratas, aunque también captura frecuentemente musarañas que, si bien tienen un aspecto externo parecido a un ratón, no son roedores sino mamíferos insectívoros. Este tipo de dieta hace que la utilidad de esta ave para la agricultura sea obvia, ya que destruye gran cantidad de roedores perjudiciales.

Ecosistema:

De amplia distribución por toda la geografía de la provincia, es imprescindible que disponga de un lugar tranquilo para descansar y de campos abiertos alrededor para capturar sus presas.

Suele habitar en edificios antiguos y semiderruidos de áreas urbanas y extrarradios de éstas, y en ciertas tierras de cultivo.

Se comporta como sedentaria, mientras que la situada más al norte varía en sus hábitos migratorios en directa correspondiencia con la abundancia de roedores, llegando a alcanzar nuestras latitudes en inviernos rigurosos.