TESTIMONIOS DE NATIVIDAD HERRERO

Natividad recuerda su niñez

La luz y el agua corriente son cosas que hoy en día parecen imprescindibles, pero no hace muchos años eran sólo un lujo del que disfrutaban unos pocos.

 

    

El padre de Natividad encontró trabajo en un pueblo pequeño cerca de Alicante, se encargaba de llevar una finca agrícola y ganadera. Recuerda que estuvieron ocho años viviendo allí sin luz ni agua, ella y sus hermanos iban y volvían caminando a la escuela que estaba a dos kilómetros. Según Natividad, durante la posguerra no pasaron hambre porque vivían en esta masía donde tenían animales, verduras y hortalizas.

Ver página Original

 

Natividad dejó el colegio para cuidar de sus hermanos

Hace cincuenta años las condiciones económicas de las familias no eran tan cómodas como lo son ahora, por este motivo, bien pronto los hijos ayudaban, ya fuera trabajando fuera de casa o encargándose de cuidar a sus hermanos.

 

    

Natividad con once años ya se encargaba de cuidar de sus hermanos, era la mayor y cuando su madre enfermó, le tocó dejar la escuela y dedicarse a su familia. También nos explica cómo se divertían ella y sus amigas, por la tarde iban a bailar y se encontraban con los chicos del barrio, cenaban en casa y después si podían por la noche iban al cine.

Ver página Original

 

Natividad se queja de las pensiones

Hay muchos mayores que sobreviven con pensiones ínfimas. Las más perjudicadas son las mujeres ya que muchas no cotizaron a lo largo de su vida laboral.

 

    

Natividad denuncia la injusticia que viven las mujeres jubiladas, se queja que cuando una mujer se queda viuda, su pensión se reduce en la mitad y los gastos siguen siendo los mismos. En su ejemplo particular no puede llegar a final de mes con lo que cobra desde que murió su marido, para poder pagar los gastos del piso y poder comer tiene que echar mano de los ahorros de toda su vida.

Ver página Original